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Disciplina y Límites

¡BAN! “¡Basta, señorito, no más golpes! Ya te he dicho que no le pegues al televisor. ¿Qué vamos a hacer si lo rompes? Los televisores son caros y mamá tuvo que trabajar muy duro para comprar ese televisor. ¡Ay, pobre gato!” ¡BAN! “¡Jimmy, te dije que basta ya! Tú sabes que eso no se hace. ¿Por qué no juegas con el trencito? Cuando vayamos al parque te doy una galletica si te portas bien” ¡BAN!

Aproximadamente cuando los niños cumplen el año, empiezan a investigar asuntos más complejos. Algunos son de naturaleza topológica o geográfica: cómo son los distintos espacios, qué se siente al subirse en algo o al apretar algo. Otro objeto de investigación es usted. A esa corta edad usted se convierte en el experimento principal del laboratorio emocional de Jimmy. A medida que se amplía su rango de movimiento, se da cuenta de que está siendo limitado por personas más grandes que él y que no usan pañales, quienes le dicen que algunas de sus acciones son peligrosas, incorrectas o traviesas. Por lo tanto, trata de afirmar su individualidad e independencia probando fuerza.

A menudo empleo en este libro la frase “dejar que las cosas tomen su curso”. Sin embargo, no lo verá en esta sección. La disciplina requiere esfuerzo y es una parte de la crianza de los niños que no se resuelve por sí misma, por mucho que uno lo quisiera. Hay que ser fuerte con los hijos desde pequeños y ser consecuente al respecto. Una de las frases que oirá una y otra vez en boca de otros padres de niños pequeños es “los terribles dos”. A lo largo de este libro he dicho que muchas de las creencias arraigadas acerca de la crianza no tienen fundamento. Siento informarle que “los terribles dos” no es una de ellas. Los niños de corta edad se rebelan contra las reglas de forma impredecible, graciosa y extremadamente empecinada, y si los padres no manejan la situación correctamente, muy pronto tendrán un verdadero revolucionario en casa.

Medidas preventivas contra “los terribles dos”

La mejor manera de prevenir “los terribles dos” es contrarrestar “los terribles unos”. Si observa detenidamente a su hijo, verá las señales tempranas de un niño revoltoso entre el año y los quince meses. Entonces es cuando debe empezar a poner límites. Para saber cómo hacerlo, lo primero que hay que darse cuenta es de que Jimmy no va a entender razones. Las explicaciones racionales pueden parecerle pacíficas a usted como madre o padre. Seguro le recordarán su propia capacidad de mantener el control en una situación difícil. Sin embargo, a Jimmy una explicación racional le suena a jerigonza. ¿Por qué no habría de voltear el cesto de la basura si le dan deseos de hacerlo? Porque usted cuenta con los medios para poner una regla al respecto y hacerla cumplir. Esa es la razón. Parece despotismo, y tal vez lo sea, pero es la única manera de poner reglas en su casa. Alguien tiene que ser el déspota y en este caso es mejor que sean los padres. Cuanto antes empiecen a poner límites, menos difícil será esa parte del desarrollo. A fin de ayudarle en esa tarea, le doy algunos ejemplos de casos prácticos que reflejan los desafíos a que tendrá que hacer frente.

Caso práctico #1

Empecemos por el caso más sencillo: Jimmy está jugando con algo que puede ser peligroso, frágil, ruidoso o las tres cosas a la vez.

1 | Jimmy golpea un vaso contra la mesa.

2 | Usted le dice que no lo haga.

3 | Jimmy para.

4 | A los dos minutos, empieza a golpear de nuevo el vaso y esta vez la mira al hacerlo.

QUÉ HACER

Quítele el vaso.

Si se enoja, déjelo, no haga nada.

Si empieza a pegarle, trátelo como un comportamiento incorrecto, como se describe en el caso #4.

QUÉ NO HACER

No pierda el tiempo con el sermón de “no hagas eso” porque se convierte muy rápido en una motivación para tocar otras cosas.

No se ponga a dar largas explicaciones acerca de lo incorrecto de sus acciones.

Tan pronto como Jimmy pueda moverse de un lado para otro, quiere explorarlo todo a su alrededor: cada tomacorriente, cada pomo y cerrojo de las puertas. Esta es indudablemente una fase muy importante del desarrollo: descubrir los secretos del mundo material. Pero también puede resultar peligrosa y costosa, ya que los tomacorrientes están conectados a la estufa, las luces, el equipo de música, la computadora y otros equipos delicados. Ponga los objetos caros fuera de su alcance, póngale seguro a las puertas y a la taza del baño.

Al limitarle a Jimmy las oportunidades de buscarse problemas, limitará igualmente sus reacciones ante ellos y las oportunidades de llevarle la contraria. No obstante, por mucho que refuerce y prepare la casa, habrá ocasiones en que no podrá evitar que tenga acceso a ciertos enseres domésticos y a otros objetos prohibidos. Para saber qué hacer en esas situaciones, vea el caso práctico #4.

Caso práctico #2

Esta situación es un poquito más complicada y es cuando Jimmy se niega a hacer lo que usted le pide.

Es un día frío de invierno y está vistiéndolo para salir.

1 | Usted quiere ponerle el abrigo.

2 | Jimmy no se lo quiere poner.

3 | Usted le dice que lo necesita.

4 | Jimmy no se lo deja poner..

QUÉ HACER

Cuando llegue el momento de salir:

1 | Lo sienta a la fuerza.

2 | Le pone el abrigo.

3 | Y salen.

QUÉ NO HACER

No se pase media hora explicándole la necesidad de ponerse el abrigo.

No le ofrezca nada a cambio.

No hable mientras le pone el abrigo.

No grite.

No se enoje.

No se ría.

Mientras más sencilla, rápida y firme sea la solución, mejor. Si se lo toma de broma o titubea, Jimmy disfrutará probar fuerzas y él dispone de mucho más tiempo que usted para esas batallas. Hay una variación interesante de esta estrategia para cuando sea un poquito más grande. Después de intentar ponerle el abrigo un par de veces, sencillamente le puede decir: “Pues bien, como quieras, nos vamos”. Eso le permitirá a Jimmy comprobar por sí mismo las consecuencias de sus acciones y al cabo de unos minutos, cuando se dé cuenta del frío que hace fuera de la casa, él mismo se pondrá el abrigo o le pedirá ayuda.

Caso práctico #3

Antes de presentar un ejemplo de un caso más complicado, veamos otro caso típico: Jimmy rechaza la comida.

1 | Usted y Jimmy están sentados a la mesa.

2 | Le sirve su comida favorita.

3 | Jimmy tira todo al suelo.

QUÉ HACER

1 | Se acabó la hora de comer.
Sáquelo de la silla.

2 | Póngalo en el suelo.

3 | La próxima comida será la merienda, a las dos horas.

QUÉ NO HACER

No le sirva más comida.

No le dé otra cosa de comer a los diez minutos.

No insista en que coma.

No se enoje.

Después de tres episodios como ese, Jimmy entenderá que si tira la comida, pasará hambre.

Caso práctico #4

Reservé lo mejor para el final. La situación más difícil es cuando Jimmy hace algo que usted no quiere que haga, pero no puede quitarle el objeto en cuestión, como en el caso #1.

1 | Jimmy le pega a su computadora.

2 | Usted le dice que no lo haga más.

3 | Jimmy vuelve a pegarle a la computadora.

4 | Usted le dice con un tono de voz neutral: “Deja de pegarle a la computadora.”

5 | Jimmy lo vuelve a hacer..

QUÉ HACER

1 | Ya que no puede cambiar la computadora de lugar, tiene que mover a Jimmy. Póngalo en un lugar donde le sea imposible regresar a la escena del crimen. La cuna es una opción excelente.

2 | Déjelo allí unos minutos. No importa si llora, se duerme, juega o se tranquiliza y parece que va a dormir una siesta. Lo importante es que tenga la oportunidad de distraerse sin que usted esté cerca de él para distraerlo o prestarle atención.

3 | Sáquelo al cabo de unos minutos incluso si todavía está llorando.

4 | Póngalo en el suelo, dígale que vaya a jugar, sin hablar de lo que pasó, y siga haciendo lo que tenga que hacer. Ya le dejó claro lo que pasa cuando hace algo indebido.

5 | Si empieza a golpear la computadora otra vez, haga lo mismo sin advertencia previa, o sea, no le pregunte si quiere que lo ponga en la cuna otra vez.

QUÉ NO HACER

No dé largas explicaciones sobre lo cara que es la computadora.

No trate de distraerlo con otra actividad. Aunque dé resultado al principio, Jimmy va a darse cuenta de cuál es su táctica y usted se pasará horas tratando de inventar nuevas formas de distraerlo, antes de que inevitablemente ocurra la próxima confrontación.

No lo abrace cuando lo saque de la cuna, pues entonces de lo único que se acordará es de que pegándole a la computadora se gana un abrazo.

No se disculpe ni lo haga disculparse a él. Él no se arrepiente de nada ni sabe qué quiere decir disculparse.

No grite ni lo regañe, ni haga nada que le dé motivo para relacionar su mal comportamiento con recibir atención, sea positiva o negativa.

PREGUNTAS DE PADRES DE VERDAD
¿Jimmy no asociará su cuna con algo negativo?

No se preocupe por que asocie la cuna con el castigo. En primera, no es un castigo, sino que lo está ayudando, al ponerlo en un lugar donde se siente cómodo y seguro, en vez de ponerlo en un clóset oscuro, por ejemplo. En segunda, si lo pone en un lugar de donde se pueda escapar y pueda regresar a pegarle a la computadora otra vez, terminarán probando fuerzas, lo cual socavará su autoridad y producirá el efecto equivocado.

¿Lo podríamos poner en su silla de comer?

Podría, pero no lo alejaría de la situación, que es lo que necesita para distraerlo.

¿Y qué tal si lo pongo en una esquina?

Es humillante, no va a quedarse ahí y terminará persiguiéndolo.

¿Lo puedo sentar en el sofá?

No es humillante, pero es igualmente ineficaz por la misma razón: no va a quedarse ahí y tendrá que caerle detrás.

En lugares públicos

Los métodos anteriores son aplicables en la privacidad de su hogar. Si está fuera de la casa, haga lo que pueda por remediar la situación. Si Jimmy se porta mal, póngalo en el coche con las correas amarradas y dele un paseo. Si llora, déjelo llorar unos minutos y no diga nada. Eso podría llamar la atención de algún transeúnte, pero llamará más aún la atención si discute con él durante media hora y trata de hacerlo entrar en razón. Si hace algún comentario, él aprenderá rápidamente a aprovecharse de que usted prefiere evitar que llore para que la gente no piense que es una abusadora.

A veces los padres se ríen y me dicen que han empleado tácticas similares para entrenar a su perro y, de hecho, es un proceso muy parecido. Su perro solo le hace caso porque sabe que usted es más grande y más fuerte y es quien lo alimenta y le da abrigo. Al reaccionar repetidamente de una forma predecible y que no implique prestarle atención, puede suprimir el mal comportamiento de su perro y fomentar el bueno. Los niños pequeños son iguales; cuando se les ponen límites, la vida es más fácil, al menos un poco más, ya que no estará probando fuerzas constantemente.

Eso no quiere decir que Jimmy va a darse por vencido; pero con el tiempo podrá predecir el proceso disciplinario completo y gracias a esa previsión no sentirá tanta tentación de hacer travesuras. No se molestará dándole golpes a su nueva computadora portátil después que usted le diga que pare y, al igual que su perro, se sentirá querido y bien tratado.

Cómo actuar durante los “terribles dos”

Si ha puesto límites debidamente, la mayor parte de los problemas de disciplina deberían terminar a los dos años. A esa edad debe haber mejorado considerablemente el comportamiento contrario y de prueba de fuerzas o haberse superado del todo. Si no es así, puede ser por varias razones: Jimmy está pasando por una fase tardía de llevar la contraria o usted no ha sido consecuente en el respeto de los límites. No se alarme.

Puede recuperar el control.

Caso práctico #5

1 | Jimmy le pega a Lucy.

2 | Usted le dice que eso no se hace y que si lo hace otra vez, lo va a mandar para su cuarto.

3 | Jimmy vuelve a pegarle a Lucy.

 

QUÉ HACER

1 | Sin ningún tipo de discusión, Ponga a Jimmy en su cuarto unos minutos.

2 |Cuando pasen unos minutos,, abra la puerta y déjelo salir.

Le aconsejo no tratar de ganar todas las batallas, sino solamente las más importantes y deje pasar las pequeñeces. Si trata de imponer disciplina veinte veces al día, el proceso dejará se surtir efecto.

QUÉ NO HACER

No se enoje demasiado.

No socave la disciplina con explicaciones.

No le dé un sermón sobre lo graciosa que es Lucy y por qué él debe quererla.

Este plan de disciplina a veces se complica. Jimmy ahora puede abrir la puerta y salir de la habitación. Si trata de escapar, su única alternativa, por desagradable que sea, es cerrar la puerta con seguro mientras él esté ahí. Si vuelve a pegarle a Lucy, póngalo en el cuarto otra vez y le garantizo que no tendrá que poner el seguro porque ya él sabe que usted va en serio.

A lo mejor se resiste a la idea de convertir el cuarto de Jimmy en una prisión de alta seguridad por una infracción de relativa poca importancia; pero póngase a pensar que si le dice que se quede en su cuarto y al momento sale, usted pone en juego su credibilidad y pierden significado sus medidas disciplinarias. Por otra parte, si recurre a otras tácticas, como sostener la puerta con la mano para que no la abra o volverlo a llevar para el cuarto cada diez segundos, lo único que logrará es iniciar una lucha de poder y eso les gusta a los niños, pues usted le está dedicando toda su atención, aunque sea negativa.

En el barrio neoyorquino de Tribeca, donde vivo, muchos apartamentos son factorías o espacios comerciales convertidos en vivienda, que suelen ser abiertos, sin muchas divisiones ni puertas. He visto casos en que la fase de poner límites se ha alargado más de lo normal debido al simple hecho de no poder separar físicamente al niño de la situación de lucha de poder. Si usted se encuentra en una situación parecida, busque en la casa un lugar seguro y tranquilizador donde pueda poner a Jimmy durante unos minutos cuando necesite demarcar los límites. Debe ser un lugar de donde no pueda escarparse, por ejemplo, un área cerrada con una reja o puerta para niños.

Después de diez días consecutivos con ese régimen, le aseguro que su vida y la de Jimmy serán mucho más agradables. Aunque habrá sobradas ocasiones en que afirmará su personalidad y voluntad, sus días no se reducirán a una lucha constante. No obstante, si usted no es consecuente, puede ser peor el remedio que la enfermedad. En ese caso, lea la sección siguiente.

Cómo actuar durante los “terribles tres y cuatro y…

No se imagina cuántos padres de niños de cuatro años se quejan de lo difícil que es dominarlos, que les pegan a otros niños en la escuela, que tienen muy poca tolerancia para las reglas o que se frustran fácilmente. En esos casos, generalmente el médico o el maestro han mencionado la probabilidad de que el niño sea hiperactivo y han sacado a relucir la palabra que empieza con “R” (Ritalin). Así que aquí estamos, sentados en mi consultorio, y durante la consulta el niño hace lo que era de esperar: abre todas las gavetas, enciende y apaga cada luz e interrumpe constantemente la conversación, mientras nos mira para ver el efecto que tiene su comportamiento. En la inmensa mayoría de los casos, este tipo de comportamiento es el resultado de no poner límites debidamente a una temprana edad.

Jean Piaget, uno de los grandes sicólogos especializados en el desarrollo, creó un modelo de desarrollo infantil que incluye el concepto de seguridad en sí mismo. Esta se forma cuando los padres reaccionan siempre igual ante determinados comportamientos. Desde una corta edad, una reacción predecible le da al niño una sensación de seguridad, ya que sabe qué esperar en cada caso. Esto es igualmente importante cuando se trata de poner límites. Si por falta de tiempo o para evitar un conflicto o simplemente por cansancio, usted reacciona de distinta manera al comportamiento de Jimmy, la estrategia no surtirá efecto o, peor aún, será contraproducente. Una penitencia mal empleada puede convertirse en una discusión o un razonamiento sin sentido que destruya el efecto de la disciplina, transmita un mensaje contradictorio y desestabilice a Jimmy emocionalmente.

No obstante, un niño alborotoso de cuatro año no es una causa perdida. Al contrario, esos niños se comportan como si tuvieran dieciocho meses; por lo tanto, la única manera de recuperar el terreno perdido es haciendo lo mismo que haría a esta edad.

QUÉ HACER

1 | Cuando se presenta una situación problemática, hágale al niño una advertencia breve y firme.

2 | Si no le escucha, llévelo para su cuarto durante cuatro o cinco minutos sin decirle nada. Deje que llore, tire cosas o coja un berrinche. Todo eso le ayuda a calmar la tensión y en su cuarto no va a hacerse daño.

3 | Si se escapa más de una vez, vuélvalo a llevar y póngale el seguro a la puerta.

4 | Cuando pase el tiempo de la penitencia, abra la puerta y siga haciendo lo que estaba haciendo.

QUÉ NO HACER

No grite ni se enoje. Eso llama más la atención al hecho y lo que hace falta es restarle importancia.

No razone mucho con él. Con este tipo de comportamiento no valen razones, no importa lo inteligente que sea el niño; además, ponerse a explicar las razones es prestarle atención.

No hable del castigo. Hable lo menos posible porque sus acciones valen más que las palabras en este caso.

No le quite ningún privilegio. Cuando hay una situación tensa, la idea de no poder ver televisión más tarde no impedirá que Jimmy agarre un berrinche.

No lo premie cuando se porte bien por la misma razón anterior: eso no lo ayudará cuando haya otra crisis. ¿A quién le importan esas estrellas doradas de todas formas?

En estos casos lo fundamental es también ser consecuente. Si siempre reacciona de la misma forma calmada al comportamiento errático de Jimmy, verá operarse un gran cambio en él en cuestión de diez días. Va a estar mucho más contento y empezará a concentrarse en otras cosas que no sean los límites.


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