Pesadillas y Pánico Nocturno
Si Jimmy se despierta de un sueño profundo dando gritos y le cuenta lo que soñó, es que tenía una pesadilla. Si Lucy se para de súbito en la cuna, gritando a todo pulmón y con los ojos muy abiertos, pero aún parece dormida y no nota su presencia, se trata de pánico nocturno.
Cuando el niño tiene una pesadilla, se le puede tranquilizar dándole una explicación, que Blancanieves no está en peligro, por poner un ejemplo. En el caso del pánico nocturno, la reina mala vuelve una y otra vez a hacerle daño a la princesa, aunque usted esté en el cuarto con Lucy y trate de reconfortarla. Tanto las pesadillas como el pánico nocturno son completamente normales entre los tres y seis años y esas fantasías nocturnas las exacerba cualquier cosa que estimule la imaginación del niño. Un video que a lo mejor a usted le pareció muy gracioso, tal vez a Jimmy se le haya quedado grabado en la mente y se haya convertido en algo aterrador.
Las primeras veces que a Jimmy le dé una pesadilla, usted se asustará tanto como él. Cálmelo, pero vuélvalo a llevar para la cuna rápidamente. Evite hablar demasiado de eso en el momento, ni siquiera por la mañana. Lo único que conseguirá es agravar su miedo y hacer que vuelva a tener la pesadilla. Si él insiste en hablar del tema, explíquele de forma sencilla que se trataba solo de un sueño y que no tiene nada que ver con la realidad.
Cuando a Lucy le dé pánico nocturno, cárguela si la deja, pero no la despierte porque eso solo agravará la situación. Cuando se le pase, se acostará de pronto y entrará en la siguiente fase del sueño, feliz como una lombriz.
Tenga presente que un niño que no tiene ningún problema para dormir pudiera empezar a tenerlos de repente si se habla mucho de pesadillas. Si enciende la luz, le lleva leche y galletas y le pone una música relajante, tendrá pesadillas todas las noches. Y si lo lleva para su cama cada vez, se sorprenderá de lo rápido que se adapta al nuevo sistema.