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Protección Solar

El sol so es siempre dañino, hasta es bueno para la piel en cantidades moderadas y proporciona una dosis gratis de vitamina D; pero protegerse del sol se ha convertido en una obsesión, debido al riesgo de contraer cáncer de la piel. Uno ve a los padres caminar por una calle soleada, empujando un coche con un bultito bien envuelto que, si se observa de cerca, resulta ser un niño con gafas de sol.

Es cierto que los rayos ultravioleta en altas dosis o un tiempo prolongado pueden tener consecuencias negativas para la piel a largo plazo, desde envejecimiento prematuro hasta cáncer. Aunque el protector solar es eficaz para evitar las quemaduras y lo recomiendan todos los expertos en el campo de la piel, aún no se ha demostrado que sirva para prevenir el cáncer de la piel. Asimismo, se piensa que la exposición al sol afecta la vista con el paso de los años; pero no se ha demostrado que las gafas de sol contribuyan a mitigar las consecuencias de la exposición de la vista a los rayos ultravioleta a largo plazo.

No se recomienda ponerles protector solar a los niños menores de seis meses porque puede absorberse a través de la piel y no se sabe si hace daño o no. A esa edad la mejor protección contra el sol es tenerlos a la sombra, vestirlos con ropa holgada pero cubierta y ponerles un sombrerito. Los niños mayores de seis meses, enseguida que empiezan a caminar y a gatear se les debe poner ropa protectora, ya que es imposible atarlos a una sombrilla. Media hora antes de salir al sol se les debe poner abundante protector solar de factor 30, de forma pareja para evitar quemaduras en lugares específicos, y volvérselo a aplicar cada dos horas. Si el niño está jugando con agua, hay que ponerle protector cada hora (aunque sea a prueba de agua). Los productos donde se mezcla un protector solar químico (que absorbe los rayos ultravioleta) y un protector físico a base de óxido de zinc o dióxido de titanio (que bloquea dichos rayos) tienen un factor de protección más alto, pero a veces dejan una fina capa blanca en la piel temporalmente.

Las gafas de sol se le ven de lo más monas a Lucy, pero se le caen constantemente. Si logra que se deje puesto el sombrero o que se quede a la sombra, eso le dará una protección considerable. Los expertos recomiendan que los niños más grandes que pasan mucho tiempo al sol usen gafas; pero si usted logra que su hijo se las deje puestas, por favor, dígame cómo lo hace, para aplicar yo también su táctica.


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