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Pies

Pie equinovaro

En el útero el bebé tiene los pies doblados en forma de “C”, con las plantas vueltas hacia dentro, y algunas veces se quedan así después de nacer. Por si a alguien le interesa el latín, esta afección en latín se llama “metatarsus adductus” o “metatarsus varus”; pero se conoce comúnmente como “pies zambos”. Antes los especialistas normalmente mandaban a poner aparatos en los pies; pero hoy en día no es el tratamiento común, excepto en los casos aislados en que la deformación es muy pronunciada. En la mayoría de los casos basta con un masaje diario en el tobillo para que el pie adquiera la posición normal, aunque a veces es un proceso de meses.

Pies planos

Hay continentes enteros —Asia y África, por ejemplo— donde lo normal es tener el pie plano y no parece que les impide la movilidad a esos miles de millones de personas. De África han salido algunos de los mejores corredores de larga distancia del mundo y es tonto suponer que correrían más rápido aún si tuvieran arco en los pies. Sin embargo, ese era precisamente el tipo de propaganda prevalente hace treinta y pico de años. Los ortopédicos constantemente mandaban a tomar suplementos y a usar zapatos especiales, cuando resulta que todos los niños de uno y dos años tienen el pie plano.

El arco se forma más adelante en la niñez, aunque algunos niños no tienen casi arco. Es así y punto; al margen de lo que les gustaría a los padres, carece de importancia médica.

Caminar de puntillas

Hay niños que cuando empiezan a dar los primeros pasitos, de vez en cuando lo hacen de puntillas. Casi siempre deja de pasar después de un par de meses, pero a veces dura toda la niñez. Los niños que caminan de puntillas lo hacen por hábito, a causa de una gran tonicidad muscular en las pantorrillas; pero si se les pide que caminen con todo el pie, pueden hacerlo. Si dura más de unos meses, llévelo al médico, a fin de determinar si tiene demasiado tenso el músculo del tobillo. Dato curioso: los niños que caminan de puntillas generalmente poseen una alta “integración sensorial”, o sea, son niños con un alto coeficiente de inteligencia que tienen una mayor sensibilidad para percibir el ambiente a su alrededor [Ver: integración sensorial].

Si el médico determina que los pies del niño no tienen ninguna anomalía anatómica, es cuestión de enseñarle con suavidad a caminar en la posición correcta. Al igual que ante cualquier otro hábito, la mejor postura es dejar que se le quite solo (ignorarlo o al menos fingir ignorarlo). Mientras más atención le preste, más se enraizará. Hay casos en que se manda a poner aparatos, pero yo no lo recomiendo; son ineficaces y estigmatizan al niño.

La mayoría de los niños que caminan de puntillas tarde o temprano se apoyan en la planta del pie, así demoren años. Casi siempre las actividades donde se relacionan con otros niños son un incentivo; por ejemplo, en la escuela primaria el niño se da cuenta de que no camina igual que los demás y se esfuerza por perder el hábito. En los extraños casos en que esa afección persiste hasta pasados los diez años, se puede hacer una operación para alargar el tendón de Aquiles.


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