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Trastorno por déficit de atención (ADD)

El trastorno por déficit de atención (ADD por sus siglas en inglés) es el término médico empleado para describir a los niños que tienen dificultad para prestar atención y concentrarse y que son hiperactivos e impulsivos. No se sabe mucho de esta enfermedad ni de sus causas. Cada vez hay más investigadores que tratan de encontrar una relación entre esa enfermedad y alguna disfunción cerebral, pero hasta ahora no ha habido ninguna prueba concluyente.

Estimo que el trastorno por déficit de atención se diagnostica con demasiada ligereza y se mandan tratamientos excesivos. Hay muchos niños que no lo padecen y sin embargo son impulsivos y se frustran con facilidad. El patrón de la enfermedad puede sentarse a una temprana edad, si el niño no adquiere la capacidad de controlar su frustración y no aprende a respetar los límites. Los padres juegan un papel fundamental en la adquisición temprana de dicha capacidad y la reacción inconstante a la frustración del niño puede fomentar un mal comportamiento. Esos niños empiezan a centrarse tanto en tener el control de las situaciones que pierden la capacidad de concentrarse en otras cosas, tales como las materias escolares, manualidades y juegos. Eso puede traer como consecuencia baja autoestima e infelicidad que, a su vez, los hace más impulsivos. Muchas veces a esos niños se les diagnostica y trata por error el trastorno por déficit de atención. Esa solución rápida da a entender que la causa del comportamiento es algún defecto en el cerebro y no problemas de crianza y disciplina.

El tratamiento del verdadero trastorno por déficit de atención se basa principalmente en estimulantes del cerebro (el más popular es Ritalin), que no lo curan, sino que ayudan al niño a concentrarse y calmarse. No se sabe exactamente por qué dan resultado esos medicamentos ni hasta qué punto son eficaces. Son difíciles de estudiar porque el diagnóstico inicial del trastorno por déficit de atención es muy subjetivo y es difícil percibir y medir resultados tangibles. También se emplean otros tipos de medicamentos, tales como antidepresivos, cuyo efecto es igualmente difícil de evaluar.

Según mi experiencia, en los casos que hay un verdadero trastorno por déficit de atención, los medicamentos son bastante eficaces para modificar considerablemente el comportamiento enseguida que se empieza el tratamiento. La concentración mejora muchísimo más que el comportamiento impulsivo e hiperactivo, aunque están relacionados, o sea, cuando el niño se concentra mejor, le sube la autoestima y eso generalmente disminuye su impulsividad.

Los niños por lo general toleran bien los medicamentos. Los pocos efectos secundarios que tienen, tales como pérdida del apetito, tics nerviosos e insomnio, se pueden controlar disminuyendo la dosis. Los efectos secundarios a largo plazo también parecen ser pocos, al menos los del Ritalin, que es un medicamento que existe desde hace muchos años.

La mayoría de los niños que de verdad tienen el trastorno por déficit de atención son personas equilibradas de adultos. Si cuentan con el apoyo adecuado, se adaptan a sus períodos de atención y eligen actividades adecuadas a su capacidad y destreza.

Y para concluir este tema, se estima que un gran número de niños estadounidenses muestran síntomas de trastorno por déficit de atención. A las empresas farmacéuticas no parece molestarles eso y, si bien insisten en que sencillamente cumplen con su deber, o sea, ayudan a remediar un problema, no cabe duda de que el trastorno por déficit de atención se ha convertido en una enfermedad muy lucrativa. La mayoría de los anuncios de las revistas de medicina que recibo son de medicamentos para ese trastorno y tienen como objetivo influenciar la opinión de los médicos para que los receten lo más posible. Pienso que los niños que de verdad lo tienen deben recibir toda la ayuda necesaria; sin embargo, como padres, debemos estar atentos al interés de la empresas farmacéuticas en influir en la manera que se interpreta y trata el comportamiento de nuestros hijos.

Preguntas de Padres de verdad
¿Cuál es la probabilidad de que mi hijo padezca de trastorno por déficit de atención si es hiperactivo de pequeño?
Aunque la hiperactividad puede ser una señal temprana, la mayoría de los niños inquietos no acaban teniendo el trastorno por déficit de atención.

¿Cuáles son las señales tempranas del trastorno por déficit de atención?
Las señales tempranas pueden presentarse desde antes de la edad escolar, cuando un maestro comenta que está preocupado porque Jimmy no tiene interés en una determinada actividad o interrumpe mucho durante las actividades estructuradas. No obstante, esas señales no son fiables y no se manifiestan con claridad hasta la primaria, a los seis o siete años de edad, si se afecta su desempeño de forma mensurable. Además, por naturaleza los niños pequeños tienen una forma muy distinta de concentrarse. Que un niño no quiera sentarse en un círculo o no bata palmas al ritmo de la música no significa necesariamente que va a tener el trastorno por déficit de atención cuando sea más grande, sino que a lo mejor tiene un mundo imaginario distinto o todavía no le interesa relacionarse con los demás.

¿Se puede prevenir el trastorno por déficit de atención??
Debe ser consecuente al hacer cumplir los límites que le pone al niño y al lidiar con la frustración; eso puede evitar que luego muestre síntomas que se parecen a los del trastorno por déficit de atención; pero no puede prevenirlo si lo tiene de veras.

¿Cómo puedo saber con certeza si mi hijo tiene el trastorno por déficit de atención?
Aún no existen pruebas concluyentes para diagnosticarlo oficialmente. Una evaluación sicológica se basa en observaciones subjetivas de los padres, maestros y los sicólogos o siquiatras que realicen la evaluación. A decir verdad, el diagnóstico del trastorno por déficit de atención es menos científico de lo que se cree. Las evaluaciones no son nada precisas, ya que el diagnóstico muchas veces está basado en conjeturas y las medicinas se recetan tentativamente. Si un medicamento provoca un cambio visible de personalidad, se determina retroactivamente que es muy probable que el niño tenga el trastorno por déficit de atención.

¿Hay alguna alternativa a los medicamentos?
He visto a gente probar todo tipo de métodos alternativos, muchos de los cuales se centran en la alimentación del niño; pero ninguno surte un efecto cuantioso en el verdadero trastorno por déficit de atención. Lamentablemente, la sicoterapia tampoco es muy eficaz. Repito, la única alternativa que recomendaría —lo mismo si se trata del verdadero trastorno que si no— es poner límites y ser consecuente con ellos. Estas reglas sencillas hacen una gran diferencia si Jimmy se frustra con los límites. Incluso si resulta que el verdadero problema es el trastorno por déficit de atención, son estrategias excelentes de control que le ayudarán a lidiar con su estado de ánimo [Ver: Disciplina y límites].

¿Qué hago si me da miedo darle medicinas a mi hijo?
A los medicamentos para el trastorno por déficit de atención se les ha dado muy mala publicidad y es fácil darse cuenta por qué. Hay demasiados maestros que los recomiendan para los niños que sencillamente les cuesta trabajo disciplinar. Hay demasiados médicos que los recetan con ligereza, y demasiados padres que se guían por esas sugerencias porque es la ley del menor esfuerzo. Si usted y su médico tienen el fuerte presentimiento de que Jimmy tiene el trastorno por déficit de atención, y no solo que es impulsivo, la opción es probar a darle medicamentos, por lo menos un tiempo, y ver si se nota alguna diferencia. Si nada cambia, al menos saben que no era dicho trastorno.

¿Cuánto dura el tratamiento?
Esa es una pregunta difícil. Los tratamientos con medicamentos para el trastorno por déficit de atención no son cortos y muchas veces hay que seguirlos hasta bien entrada la adolescencia. Al igual que con cualquier otro medicamento para una enfermedad crónica, los médicos evalúan al paciente de tiempo en tiempo, modifican la dosis y monitorizan el cambio de comportamiento.


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